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29 de noviembre de 2010

Beware,

Cuando a veces un simple beso en la mejilla se convierte en lo único que te queda, y en lo poco en lo que te apoyas para poder seguir, motivándote, día tras día, esperando que ese beso se convierta en tu próxima salida a la felicidad.

9 de noviembre de 2010

Tic Tac.

Tiempo. Una palabra tan corta que abarca tanto y a tantos... Al principio, en la juventud, te parece una fuente inacabable de momentos, de segundos eternos, de minutos perfectos a toneladas de los que disfrutarás durante toda tu vida, pero justo en esos momentos piensas que no hay un fin. Te sientes inmortal. Desperdicias el tiempo durmiendo, haciendo nada, que es lo que más me gusta, y al final del día te recriminas (sólo un poquito) de que no has hecho nada de provecho en todo el día. Pero ese remordimiento dura poco, porque llegan otra vez las horas sin fin de las noches más largas, pero a la vez las que más recordarás en tu vida. Placer inacabable, perpetuo.
Piensas que tus sentimientos también serán perpetuos por cualquier persona, que todo será para siempre, pero entonces te rompen el corazón, o tú, sin querer o queriendo, hieres a alguien. Pero entre nuestros minutos constantes, llega una pequeña parada, otro amor, otra amistad, otra persona que llenará tu mundo, y otra vez tienes la certeza de que será para Siempre.






Pero en una de estas noches, que irónicamente parece tan corta, tan insuficiente, pienso en esas dos palabras que me dan tanto pavor: Siempre y Tiempo. Son una pareja algo peculiar, pero no me gusta cómo la forman. Tal vez me gustaría que Siempre se enamorara de Pasión, y Tiempo de Amistad. Tal vez, si el trío amoroso de Siempre, Amor y Tiempo se separara, sería una desgracia para mucho, pero nos ahorraría muchas pérdidas de tiempo, de ése que aunque pensemos que estará siempre ahí, nos equivocamos.

7 de noviembre de 2010

Sí. Es lo que tiene.

Nunca necesitó que la necesitaran. Se convirtió en su hábito aquello de buscar caricias rápidas y ficticias en las que poder refugiarse, ya fuera en el recuerdo o en la presencia, en las noches de soledad.
Sufrió necesitando. Desapareció sin haber amado.
Cambiemos eso.



El capricho se convierte en rutina o monotonía después de tanto usarlo, doblegarlo, se acaba transformando en algo que jamás volverá a ser la chispa del comienzo... pues al estirar tanto lo no maleable. Sólo cuando lo utilizamos de forma correcta, sin abusar de él, esa chispa puede prender.
Porque al igual que un dulce recubierto de azúcar, la deliciosa acidez del principio desaparece pronto, pero cuando lo realmente placentero está en el interior, es cuando se disfruta durante más tiempo. Eso sí, ese dulce nunca dejará de ser un pequeño capricho. La cuestión es, ¿cuál te gusta más?