Seguidores

22 de mayo de 2010

Inevitable

Ya no escribo, no puedo. Sólo quiero recorrer con mis manos los cinco sentidos de tu pelo, besar cada recoveco inesperado de ti, fantasear con la idea de que tu cuerpo y el mío son como dos estrellas de mar dispuestas a darlo todo para vencer a la marea que las arrastra.

Ya no escribo, no puedo. Sólo deseo, imagino. Ya no tengo las palabras, porque no las hay, porque sería vulgar describir con ellas el color de un amanecer, ese color tan único; no las hay, porque tu boca calla a la mía, y tus manos apresan mis manos, mis ojos miran a los tuyos sin saber muy bien qué hacer o qué decir.
Inmersa en un calendario de días que parecen infinitos, recorro la vida como un suspiro… Irónicamente, los días se hacen dulcemente largos si estoy contigo, otros días, a pesar de tu presencia, pasan tan fugaces que ni siquiera me da tiempo a vislumbrarlos. Me escondo bajo las sábanas esperando a que llegue un nuevo día, mientras me come por dentro el deseo y me mata por fuera la ausencia. 
Dejo volar la mente en un intento vano de conciliar el descanso en los brazos de Morfeo, pero siempre vuelvo a ti.

Ya no escribo, no puedo. Mi mente y mis manos han olvidado su acometido.

19 de mayo de 2010

Metas, sueños.


Nuevos empeños, nuevas metas. Me hacen darme cuenta de que la vida es demasiado corta como para andarse con miramientos. ¿Qué es esta nueva sensación que me acompaña? Superación.
Busco una sonrisa de apoyo, un abrazo de felicitación, algo que me haga sentir más viva que nunca. Feliz. Pero aunque eso no suceda, siempre me quedará la superación, el reto de saber que puedo conseguir algo que, aunque inicialmente había perseguido, lo había llegado a abandonar, desistiendo en el intento. Ahora, a una simple semana, la esperanza surge de nuevo en mí, la meta se acerca, y es posible que yo llegue primera.
No tengo tiempo para pensar, simplemente actúo, movida por una fuerza inaudita, un valor que nunca antes había tenido y unas ganas increíbles. ¿Es todo esto cierto? ¿O es un simple sueño, del que despertaré pronto sintiéndome abrumada por la pesadumbre?



Ya no queda tiempo que perder. Sólo después, tendré todos los minutos del mundo para malgastar. Pero malgastarlos contigo.