Aquel día despertó en brazos de un chico, cuyo nombre desconocía y cuya visión no la perturbaba demasiado. No buscó entre las sábanas, no miró extrañada hacia ningún lugar de la pequeña habitación intentando encontrar una explicación a lo ocurrido la noche anterior. Ella ya sabía perfectamente lo que había pasado, aún olía a feromonas, se notaba perfectamente una atmósfera en la que se había practicado sexo. También olía al alcohol del barato y tabaco, y toda esa mezcla le producía náuseas... ¿O tal vez era la resaca? Lo que más le producía asco era tener que despertarlo para echarlo de su cama, de lo contrario, ya hubiera desaparecido de allí. Así que con sumo esfuerzo (pues aquello que aún la abrazaba lascivamente parecía un cádaver) y le echó agua helada en la cara.
- A eso lo llamo yo un fantástico despertar. - dijo el hombre misterioso.
- Buenas. Largo.
- Yo también me alegro de verte.
- He dicho que te largues. - Ella contestaba tranquila, pero no se notaba ni un ápice de amabilidad en sus palabras. El chico desapareció tras la puerta en el mismo instante en el que a ella le resbalaban pequeños diamantitos por las mejillas, menos duros y menos fríos. Lloraba por el hecho de que había vuelto a estropear las cosas, y cada borrachera para olvidar la conducía a un más a lo que pretendía alejar de su mente, o al menos, mitigar el dolor de su pecho.
"Nunca confíes en que un clavo saca otro clavo, porque no es cierto, otro clavo sólo hunde más adentro al anterior".
Suena: When i'm gone - Eminem
